La verdad es que poder contar con algo tan sencillo de llevar como un anillo parece la única opción capaz de mejorar la facilidad de uso de las tarjetas de crédito.
Un anillo, de hecho, es más resistente al robo que una tarjeta, ya que es más fácil de detectar si están intentando quitártelo.
Respecto a las tarjetas convencionales, tiene una ventaja clara: la capacidad de procesamiento inteligente embebida en el dispositivo, lo que permite utilizar avanzados algoritmos criptográficos. Esa misma capacidad permite almacenar claves de todo tipo y censar todas las operaciones en las que interviene, lo que permite crear un log de transacciones individualizado, como elemento complementario de seguridad.
El coste del i-Button, de 1,4 dólares por unidad (en pequeñas cantidades) podría ser un elemento en contra, pero teniendo en cuenta que ya se considera al i-Button una alternativa al RFID, incluso en coste, parece que por ese lado también aparecen ventajas.
Además, la robustez de la tecnología y la duración de la alimentación hasta 10 años extiende la vida de las actuales tarjetas de crédito (de plástico), que vienen a durar 3 años como máximo, si se quieren mantener unas condiciones dignas de presentación y operatividad.
Por tanto, disminuyen los costes asociados a la expedición de dispositivos, y al control de entrega a su destinatario.
Si no es necesaria la personalización, como lo es en el caso de las tarjetas de plástico, aún se disminuyen más los costes, ya que el anillo se puede entregar en la sucursal en el mismo momento de la contratación, y en ese mismo momento. también, se asocia a su titular.
Un riesgo de este sistema es la pérdida de control de elementos de marca, dado lo reducido del espacio grabado para incluir diseños. Así y todo, cabe pensar en un diseño elegante y compacto que transmita la imagen de la entidad financiera, así como la marca de maedios de pago tal como VISA o MasterCard. En el caso que se muestra, la imagen Java queda muy elegantemente destacada.
Entre los inconvenientes, cabe citar la necesidad de desplegar una infraestructura de recogida de operaciones: Terminales Punto de Venta (POS: Point of Sale) y Cajeros Automáticos (ATM: Automatic Teller Machine). Sin embargo, dada la actual presión por desplegar infraestructura de recogida de operaciones para tarjetas chip bajo la especificación EMV (especialmente desde la resolución adoptada en el área SEPA, Single Euro Paymen Area, de generalizar la adopción de EMV antes de fin del 2010) , cabría pensar en que por el mismo coste se puede disponer de una infraestrucrura que sirva tanto para EMV como para i-Button.
Además, pese a lo innovador de la propuesta, la tecnología i-Button es una tecnología madura, con muchos años en el mercado, y que ha llevado al fabricante, incluso, a definir modelos de almacenamiento de valor como el escasamente exitoso «monedero electrónico» que en la especificación CEPS («Common Electronic Purse Specification») ha sido poco respaldado por las entidades financieras.
Efectivamente, Dallas/Maxim ha publicado la especificacion de monedero: Digital Monetary Certificates, como nota de aplicación en la que se estudia de forma detallada la gestión de información asociada.
Estoy deseando poder definir el proyecto piloto de este medio de pago con una entidad financiera que se considere avanzada. A ver si alguna se anima…
